Trigésimo cuarto paseo: “Las Coplas a la muerte de su padre”; en: Poesías completas de Jorge Manrique; Madrid: Espasa-Calpe, 1997 Jorge Manrique es un poeta español del siglo XV muy interesante. De su obra conservada nos interesan las Coplas, obra maestra donde el poeta expresa con gran hondura y sinceridad sus sentimientos ante la brevedad de la vida y la vanidad de las cosas mundanas. Jorge Manrique no es un autor festivo con el que pasemos buenos ratos, sin duda por la temática escogida: la muerte, pero la literatura es algo más que entretener y divertir, nos hace sentir, estremecernos, reflexionar... Su lectura nos proporciona profundidad sobre una realidad que está ahí, temida, dormida, ignorada. Las coplas son una obra de finales de la Edad Media que hereda toda la tradición de temas paganos griegos y latinos, de tópicos repetidos en la época, verdades eternas que el poeta sintió íntimamente como si antes de él nadie lo hubiese sentido y que siguen sonando en nuestra memoria como si no hubiera pasado el tiempo. Se trata de una dolorosa elegía en la que lamenta sentenciosa y melancólicamente la inestabilidad de los bienes de la fortuna, la fugacidad de la vida humana y el poder igualatorio de la muerte. La virtud personal es lo único que desafía al tiempo y al destino. Tras una reflexión filosófica con la esperanza de una vida futura, hace el elogio fúnebre de su padre. Aparecen, además, sentimientos suficientemente conocidos por todos nosotros como el dolor por la ausencia física que la muerte de su padre le provoca. Igualmente hay una contemplación de la vida como bien perecedero y mortal, del tiempo como víctima del mismo tiempo, de la belleza como objeto de nostalgia más que de celebración. El carácter eterno de las Coplas lo podemos ver recordando algunos versos de las mismas: Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se passa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el plazer, cómo después, de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquier tiempo passado fue mejor. [...] Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; [...] Terribles verdades que acompañan nuestra realidad. |
Etiquetas: Jorge Manrique
11 Comments:
Me parece original y valiente tu apuesta bloguera por Jorge Manrique, creo que poco conocido en el ambiente actual. Ya han pasado años desde que lo estudié pero aún recuerdo de memoria muchos de los versos de este hermoso y profundo poema, entre ellos los que citas en tu post. Aparte de la hondura del tema siempre me ha gustado,especialmente, la musicalidad que tiene. Saludines Gatito.
Volver a Jorge Manrique es siempre retornar a la fuente, un abrazo,
Interesante post Gatito, apenas he leído a Manrique y me has animado a hacerlo. Un abrazo.
La vida no nos pertenece, estamos de paso y hay que disfrutarla.
Y así es generalmente con todo, las fiestas en que participamos, no siempre son nuestras, pero siempre dejan huella
¡Cuanto tiempo y que vigencia de jorge Manrique!
Además, hay que situarse en la época, cuando la esperanza de vida era de poco más de cincuenta años. La fugacidad, en una época de violencia y enfermedades, se sentiría como ahora no la podemos entender.
Escribía Javier Marías sobre su padre muerto (Julian). Él no cree en la trascendencia. Por eso entiende que su padre donde está ahora es "en el pasado", con otros seres queridos (con su esposa, muerta en los 70 y con un hermano de Javier, muerto de cuatro años). En esto, Javier sigue la tradición Renacentista del honor, como continuación, en el recuerdo de los demás, del hombre esforzado. Cuenta un sueño que le cuenta Miguel, su hermano mayor, en el que ha visto en el Cielo a su padre con su mujer y su hermano y donde la primera le reprocha el haberla hecho esperar tanto tiempo. La fe permite concebir ese encuentro y, de alguna forma, saber que ocurrirá ayuda a transitar esta espera (esta ausencia). Por eso la fe es un don. Un abrazo.
Qué buen recuerdo para el olvidado Jorge Manrique, que permanece secuestrado en las aulas y que no sale a la calle ni es conocido por el gran público.Lástima porque seguro que el que se acerca a su poesía honda y llena de sensibilidad no sale defraudado de su lectura. Nunca han estado mis alumnos más atentos, callados, y colaboradores que cuando leímos en una clase la poesía de Jorge Manrique en una página web. Quiero pensar que les llegaba profundamente lo que íbamos leyendo entre todos y comentábamos al respecto. Un 3º de ESO que nunca había leído a los clásicos, que no tenía ni idea de quién había sido J.Manrique. Y no salió nada mal.
Un abrazo.
Es un poeta imprescindible al que siempre recurro con fervor primerizo....
Saludos
Es un poeta imprescindible al que siempre recurro con fervor primerizo....
A pesar de que profeso una más que absoluta admiración hacia las coplas, hay que reconocer que el caso de Manrique es el del autor de una sola obra, algo extraño pero que ocurre de cuando en cuando.
Como bien señalas, Manrique es heredero de la tradición medieval, pero al mismo tiempo anuncia la sobriedad humanista, alejada del retoricismo latinista y superficial de Santillana y Mena (autores también importantes).
Por cierto, cada vez que leo las coplas no puedo evitar recordar la voz de Paco Ibáñez, que consiguió darle al poema el tono que exigía.
Un saludo.
Hermoso e inolvidable poema el que comentas aquí de manera docta. Un abrazo.
Desde que lei por primera vez estas coplas, alla por los años 1956-1957 en mi epoca de estudiante de la secundaria, me impactaron y hoy en el 2008, tienen plena vigencia y mantienen su frescura y las sigo evocando y tendran vigencia por siempre.
Un saludo,
Lima, 15 de Febrero del 2008
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