viernes, mayo 18, 2007

Paseo 66: La caja vacía de José Manuel Díez; Madrid: Visor Libros, 2006



La musicalidad de los versos de este libro hace que suene una canción dentro de nosotros mismos y pronto nos descubramos tarareándola sin más. Se ha llevado a cabo todo un proceso de apropiación. Cual amigos de lo ajeno hemos ido memorizando versos surgidos de lo más profundo de la experiencia. Los ojos se abren desmesuradamente a medida que pasean por unos versos cargados de significado. La realidad, ahora sí, comienza a ser a través de la mirada de un poeta que ha sabido transmitirnos la esencia de las cosas, la inquietud y la emoción, el temor y el desconcierto, el amor y el dolor, la sapiencia de la vida y de la muerte, todo ello aderezado con el ingrediente principal: la pasión por la escritura, por la creación artística. Vista esta con una mirada limpia, planteando de nuevo en ella los eternos interrogantes del hombre: su sentido, su renovación, su permanencia o finitud.


"¿Y para qué poetas? /¿Para qué un ser se inclina sobre el abismo blanco / del papel, descompone/ su amor venido a rabia, sus verdades/ en una verdad única, sus vidas/ en una sola vida? // ¿ Y para qué poetas? / ¿Para qué la palabra en el silencio/ y el amor en la muerte? / ¿Para qué la esperanza de trocar lo insalvable/ y salvarlo? // Poetas. /¿ Y para qué poetas a esta altura?/ A esta altura de sed y de pregunta. / A esta altura fundada contra el vértigo/ por vocación de salto y plenitud. "
(“Altura”, pág. 13)

[...] “supo el vértigo/ de discreparse libre, de saberse/ dotado del poder de la palabra./ Definitivamente, esta es la historia/ y el sino que aguardamos: / algún día sabremos del origen/ y del final del hombre/ desde esta gruta mágica, su idioma. “
(“El Idioma”, pág.24)

[...] “Desprovisto/ de sueños crece el hombre, como el pájaro, / como la muerte crece, / libre, en fuga. // Todo en la vida fluye hacia su término. / Todo en la vida inventa su delirio/ de vuelo, maravilla y extinción. “
(“Los pájaros (Drama y símbolo) “, pág. 15)

[...]“Su idioma está en la piedra y en el agua: / una y otra se encuentran, se modelan, se ajustan, / predisponen un todo. // Por eso alguien (nos) habla detrás de estas palabras. /Alguien. / Alguien susurra, de lejos, lo cercano. [...]”
("Sujeto innominado", pág.33)

“La caja vacía” es un poemario estructurado en dos partes cuyos títulos respectivos son: II “La caja vacía” y II“Los irreales”. En la primera parte las citas iniciales de Julio Martínez Mesanza: “ Todo lo que alcancé ya no me sirve" y de Harold Kushner: “¿Qué hay de terrible en que mire el interior de una caja vacía?” parecen presentar de manera sintética lo que encontramos en nuestro paseo por los versos de José Manuel Díez: un recorrido vital a través de unos objetos que adquieren carácter metafórico en poemas tan significativos como “El objeto y su creación”, (pág. 14), “La caja vacía” (pág. 17), entre otros. El carácter existencial y reflexivo parece claro en esta primera parte. En el poema “La caja vacía” podemos leer:

“ A veces, en la larga/ media luz de este cuarto, en el silencio/ de mis meditaciones, hallo el signo/ de una vaga figura, / de un objeto cualquiera abandonado/ al polvo progresivo de las horas, / tal como un abrecartas, / un taco de billar, dos posavasos verdes, / una caja vacía. // Utensilios inútiles más allá de su uso/ pero que, sin embargo, / sirvieron para dar cauce con ellos/ -como con muchos otros- / a la belleza vacua de los días, / y por los que recuerdo/ realidades análogas tal vez más substanciales. [...]”
(“La caja vacía”, pág. 17)

Donde el objeto tiene un valor simbólico a través de los recuerdos: Abrecartas= amor (Berta); tacos de billar= amistad (Luisito) ; posavasos= poesía (Juan Antonio); la caja vacía= “Todo lo que no tengo y me hace libre” (el propio yo).
Recuerdos, objetos y personas están condensados en este poema de gran trascendencia y sinceridad. Un poema que comparte título con el libro y que es una buena muestra del mismo
.


También están presentes en todo el poemario los recuerdos familiares, la añoranza por tiempos pasados, por personas queridas que ya no están, por ese pasado que se fue, pero que permanece vivo en la memoria. Podemos verlo en poemas como “La casa del pozo” (pág. 26), “In Horto” (pág. 22), por ejemplo.
La literatura, la poesía, el homenaje a la palabra, sobresalen como si de un leitmotiv insistente se tratara. Poemas como “Sujeto innominado” (pág. 33) “Sanchificación de Quijano” (pág.35), “Lección de muerte” (pág. 31) y tantos otros, parecen insistir en el valor de la palabra como comunicación, como símbolo, como enigma, como esencia del ser humano. La palabra que lleva a la creación artística. Es una voz sin nombre, sin acento, sin idioma, una voz cercana y lejana al mismo tiempo. Una voz que conoce y calla. ¿La voz tal vez del poeta universal?
Por otra parte, el valor de las ilusiones, los proyectos, la imaginación por encima de la realidad parecen reforzarse insistentemente a lo largo del libro. Leemos en uno de los poemas:


[...]” tal vez sí me creerías/ - me quisieras creer- cuando te digo/ que logré ver gigantes donde sólo hay molinos”
( “Sanchificación de Quijano”, pág. 35)


En la segunda parte, “Los irreales”, las citas de Giovanni Quessep: “Todo esto fue la alondra, y hoy es polvo” y de Emily Dickinson: “Soy nadie.

¿Tú quién eres? ¿ Eres tú también nadie?” parecen abrirnos paso por el camino tortuoso que emprende el poeta hacia su propio oficio de escribir. Es como si una fuerza imperiosa le obligase a hacerlo, como si el sueño se negase y sólo cediese a los designios del poema. El poeta se rebela, se hace preguntas, no entiende su afán. Finalmente obedece, es una fuerza mayor.

[...] “¿Qué sino irremediable me somete/ al espanto del verso?/ ¿Qué obediencia tan íntima me fuerza?/ ¿Qué trasnochada sombra me persigue?/ ¿Qué desvelo me asalta?”
(“Desvelo”, pág. 43)


Los temas poéticos, en esta segunda parte, han ido más allá para adquirir un carácter social. Es preciso rendir homenaje a elementos no frecuentes en la poesía. Esos elementos que carecen de grandilocuencia, que son humildes, cotidianos, diferentes. Aparecen poemas de gran belleza como “Alguien debe cantar a la ciruela” (pág.44) de gran sentido ético y solidario, muy presentes en este tipo de poemas. Encontramos muchos de iguales características que parecen subrayar la necesidad de corregir, perdonar, comprender, aceptar las diferencias e incluso cambiarlas. Entre ellos: “Soldadito de plomo” (pág.47):


“Te arranqué la ballesta y te puse la flor: alegraste la cara”)

Otros como “Los contrarios (pág. 48) “ Cántico de las criaturas” (pág. 49) “ Oración esencial” (pág. 52), “Envío al hombre que seré” (pág. 54) “Incola Terrae” (pág. 69) , “Los irreales” (pág. 63), Disección de la furia” (pág. 64), “ Ficción del hombre oculto” (pág. 70), “Razón íntima” (pág. 71)

“De todos mis recuerdos, / sobrevienen a veces/ a mi ilusión los besos que no di, las palabras/ que jamás pronuncié, los necesarios/ aromas de una tierra que no pisó mi pie, / aun deseándola. “
(“ Los irreales”, pág. 63)

“Tu voz, con su opinión, es respetable./ La contraria, también. / Nunca lo olvides. [...]
(“Los contrarios” ,pág. 48)

[...] “Hay que amar a los locos. Hay que amarlos” [...]
( “Oración esencial”, pág. 52)


“ Yo soy una de esas. / Vinieron a morderme los labios tantas veces, / a palparme los pechos en entrega, / a desnudar mi torso, a convertirme/ de una mirada en sombra de mí misma, / que ya olvidé el remanso de paz que deja el beso/ del hombre enamorado. “ [...]
(“Cántico de las criaturas” , pág. 49)

[...]” Lo llaman poeta. /Aprendió a no llorar sin un motivo, / casi siempre piadoso, / se compró un plumier nuevo y echó a andar/ detrás de una manzana que rodaba./ Vivió con la esperanza del que crea. / Se sintió muchas noches, como todos, /el ser más afligido de este mundo. // ( Si lo ven algún día, díganle/ que lo sigo esperando en el silencio/ de un verso nunca escrito, de un jamás, / de una mirada puesta en el mañana.)"
( “Envío al hombre que seré”, pág. 54)


[...] Yo soy por siempre este/ que no sabe quién es, pero sonríe. / Y albergo en mi locura progresiva/ siete poetas tristes y once alegres."

("Incola Terrae", pág. 69)


[...] “Por todas mis palabras muere un hombre/ con la boca entreabierta, / con la boca entreabierta, suspendida, / sin llegar a decir lo nunca dicho.”
(“ Ficción del hombre oculto”, pág. 70)

Versos con sentido de cierta denuncia, cargados al mismo tiempo de empatía, de generosidad, de esperanza, donde el lenguaje consigue manifestarse a veces de manera sorpresiva, permitiendo que fondo y forma consigan ser dos caras de la misma moneda. El resultado es un lenguaje preciso y depurado. La belleza de los versos está presente en poemas como “Ficción nocturna”, casi un delirio, con carácter irreal, donde la palabra se asocia a otras y se recubre de hermosas imágenes oníricas que nos recuerdan el surrealismo, aunque no es esta la tendencia general del poemario. Es más, es preciso hablar, en muchas ocasiones, de un lenguaje conversacional muy cercano al que utilizamos en nuestra vida cotidiana.

Para acabar señalaremos que en el libro están presentes un mundo real y otro imaginado, pero tanto da, la simbiosis es perfecta, todo es posible en este universo que nos presenta “La caja vacía”, un poemario lleno de aciertos que ha conseguido ser XVIII Premio Cáceres, Patrimonio de la Humanidad ( 2005).


Lo confieso: nunca un premio me gustó tanto.

Etiquetas: