Paseo 54: Itinerario sentimental (Guía de Itzea) de Pío Caro Baroja; Navarra: Pamiela, 1996
Leyendo el post de Meritxell sobre don Pío Baroja me acordé de este libro en el que Pío Caro Baroja, editor, director de varias películas y documentales, autor de guiones cinematográficos y artículos de prensa, nos habla de su familia. Itinerario sentimental es un libro de memorias interesantísimo dedicado a Julio Caro Baroja, hermano de Pío Caro Baroja, (ambos sobrinos del gran escritor Pío Baroja). Libro que incluye textos diversos de Pío Baroja y Julio Caro Baroja. Fueron escritas durante la enfermedad de Julio y su posterior muerte. Nacen, pues, entre la alegría de la vuelta al pasado y la tristeza del presente. En la nota aclaratoria del libro se nos dice que estas memorias fueron escritas en Itzea, el caserón viejo que Pío Baroja compró en 1912 en Vera del Bidasoa, en el barrio de Alzate, y que fue arreglada por la familia. Allí pasó muchas temporadas la familia. Itzea está situada a la salida de Vera, camino del puerto de Ibardin.
El libro está dividido en capítulos dedicados indistintamente a Pío Baroja, Julio Caro Baroja, Ricardo Baroja, Carmen Baroja o el resto de miembros de la familia. Son recuerdos y anécdotas familiares mezclados con sus inquietudes artísticas y trabajos de investigación. De la mano de Pío Caro Baroja paseamos por las distintas estancias de la casa: las habitaciones, el comedor, el recibidor, la escalera, el cuarto verde, el cuarto amarillo, la biblioteca, el desván, la cuadra, el jardín... estancias llenas de cuadros y grabados de Ricardo y Julio, objetos y muebles de tradición familiar, de anécdotas y recuerdos. Una casa en la que colaboró con afán en la restauración Ricardo Baroja y en la que todos aportaron mucho de sí mismos, pues sería su refugio, su vida. Allí fueron a parar los numerosos libros que Pío Baroja fue adquiriendo por catálogo y en Madrid y París. De igual modo los adquiridos por el resto de la familia. Son testimonios de distintas generaciones.
Pío Baroja en Las horas solitarias (1918) habla de la biblioteca de Itzea. Son comentarios relacionados con el paisaje que Pío Caro Baroja reproducirá en las memorias y que resume así:
“ Es en Las horas solitarias donde mi tío Pío se acerca más a su casa, donde se nota más la sensación de estar en ella, de vivir, pasear, respirar, mirar y deleitarse con su clima. Pocas veces el escritor se muestra más sensible y más humano, más expuesto a sensaciones y sentimientos. Recordemos lo que escribe, ya cuando se consideraba casi un viejo. Estos escritos podrían llamarse “El ciclo del año en Itzea” o “Itzea en las cuatro estaciones” (Pág. 176)
A veces las estancias de la casa, la biblioteca en particular, pueden llevar a recuerdos más dramáticos, como la confesión de Ricardo Baroja a Pío Caro Baroja de su enfermedad de cáncer. Ya Carmen Baroja, madre de Pío Caro Baroja y Julio Caro Baroja, había padecido y muerto por esa misma enfermedad. Se nos ha contado en el libro páginas atrás. Son recuerdos tristes. La muerte de Ricardo Baroja, autor del libro La nao capitana, contertulio con chispa, pintor y figura atrayente, se cuenta, como no podría ser de otra manera, como algo duro de asimilar. Antes se nos había hecho saber la casi ceguera del pintor y grabador y su lucha por sus limitaciones. Fue el único que murió en Itzea y fue enterrado en el cementerio de Vera en la tumba familiar.
La madre de Pío Caro Baroja, Carmen Baroja, también escribía. A veces leía cuentos a sus hijos que ella inventaba de la casa de Itzea o incluso algunos poemas. Llegaron años difíciles y su madre tuvo que cuidar y cultivar la huerta con esas manos que antes tocaban las Sonatas de Mozart, pero sacó a la familia adelante. A Julio, su hijo mayor, alentó a seguir en sus estudios e investigaciones a pesar de la penuria. Carmen Baroja tuvo una vida frustrada, podría haber dado mucho más de lo que llevaba dentro, según confiesa Pío Caro Baroja.
“En el cuarto de mi madre hoy duerme mi hija, bibliotecaria, que es en parte una mujer como a mi madre le hubiera gustado ser y vivir dentro del mundo del trabajo de la mujer moderna: conocer idiomas, relacionarse con intelectuales y artistas y viajar por el mundo. La pobre lo consiguió tan sólo en parte. [...]” (Pág.200)
“ En este comedor donde se ha hablado de mil cosas, se ha fantaseado y llorado, se han celebrado santos y se ha pasado hambruna” ( Pág. 64) ." Memorias familiares, canciones vascas del viejo repertorio tal como se cantaba en casa. Incluso grabamos las canciones de las novelas de mi tío Pío, cantadas familiarmente por Julio, que tenía oído y mucho sentimiento. “ (Pág. 65)
Este paseo por la historia familiar de los Baroja se me antoja todo un lujo, lleno de evocaciones, de datos que desconocía y que ahora me entusiasma conocer. En el libro no dejan de abordarse las ideas políticas de los miembros de la familia, de su posición ante lo que acontece. Era una familia, como confiesa Pío Caro Baroja, unida a la tierra, al paisaje, al pueblo más rural que urbano, en unión emotiva con el pueblo y aversión hacia las instituciones reinantes.
“Hemos sido antimilitaristas, anticlericales, antimonárquicos, antifranquistas, antisociales. [...] y sólo hemos defendido la libertad y la ciencia, llámese cultura...” (Pág.227)“Hemos perdido la ilusión y la esperanza. Vuestra ilusión y vuestra esperanza. La que nos hizo escribir y pintar [...] de aquel mundo que Ricardo y Pío pintaron o escribieron, apenas queda nada.” (Pág.228)
Al final del libro la muerte de Julio Caro Baroja, a quien van dedicadas estas memorias, y la pesadumbre de su hermano Pío Caro que lo recuerda como la tercera muerte de Jaun de Alzate. Primero fue el personaje, luego el autor y ahora su hermano.
Itinerario sentimental,un libro magnífico para los amantes de Baroja y su familia. Interesantísimo, lo afirmo y recomiendo.
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