domingo, septiembre 24, 2006

Paseo 54: Itinerario sentimental (Guía de Itzea) de Pío Caro Baroja; Navarra: Pamiela, 1996


Leyendo el post de Meritxell sobre don Pío Baroja me acordé de este libro en el que Pío Caro Baroja, editor, director de varias películas y documentales, autor de guiones cinematográficos y artículos de prensa, nos habla de su familia. Itinerario sentimental es un libro de memorias interesantísimo dedicado a Julio Caro Baroja, hermano de Pío Caro Baroja, (ambos sobrinos del gran escritor Pío Baroja). Libro que incluye textos diversos de Pío Baroja y Julio Caro Baroja. Fueron escritas durante la enfermedad de Julio y su posterior muerte. Nacen, pues, entre la alegría de la vuelta al pasado y la tristeza del presente. En la nota aclaratoria del libro se nos dice que estas memorias fueron escritas en Itzea, el caserón viejo que Pío Baroja compró en 1912 en Vera del Bidasoa, en el barrio de Alzate, y que fue arreglada por la familia. Allí pasó muchas temporadas la familia. Itzea está situada a la salida de Vera, camino del puerto de Ibardin.
El libro está dividido en capítulos dedicados indistintamente a Pío Baroja, Julio Caro Baroja, Ricardo Baroja, Carmen Baroja o el resto de miembros de la familia. Son recuerdos y anécdotas familiares mezclados con sus inquietudes artísticas y trabajos de investigación. De la mano de Pío Caro Baroja paseamos por las distintas estancias de la casa: las habitaciones, el comedor, el recibidor, la escalera, el cuarto verde, el cuarto amarillo, la biblioteca, el desván, la cuadra, el jardín... estancias llenas de cuadros y grabados de Ricardo y Julio, objetos y muebles de tradición familiar, de anécdotas y recuerdos. Una casa en la que colaboró con afán en la restauración Ricardo Baroja y en la que todos aportaron mucho de sí mismos, pues sería su refugio, su vida. Allí fueron a parar los numerosos libros que Pío Baroja fue adquiriendo por catálogo y en Madrid y París. De igual modo los adquiridos por el resto de la familia. Son testimonios de distintas generaciones.
Pío Baroja en Las horas solitarias (1918) habla de la biblioteca de Itzea. Son comentarios relacionados con el paisaje que Pío Caro Baroja reproducirá en las memorias y que resume así:

“ Es en Las horas solitarias donde mi tío Pío se acerca más a su casa, donde se nota más la sensación de estar en ella, de vivir, pasear, respirar, mirar y deleitarse con su clima. Pocas veces el escritor se muestra más sensible y más humano, más expuesto a sensaciones y sentimientos. Recordemos lo que escribe, ya cuando se consideraba casi un viejo. Estos escritos podrían llamarse “El ciclo del año en Itzea” o “Itzea en las cuatro estaciones” (Pág. 176)

A veces las estancias de la casa, la biblioteca en particular, pueden llevar a recuerdos más dramáticos, como la confesión de Ricardo Baroja a Pío Caro Baroja de su enfermedad de cáncer. Ya Carmen Baroja, madre de Pío Caro Baroja y Julio Caro Baroja, había padecido y muerto por esa misma enfermedad. Se nos ha contado en el libro páginas atrás. Son recuerdos tristes. La muerte de Ricardo Baroja, autor del libro La nao capitana, contertulio con chispa, pintor y figura atrayente, se cuenta, como no podría ser de otra manera, como algo duro de asimilar. Antes se nos había hecho saber la casi ceguera del pintor y grabador y su lucha por sus limitaciones. Fue el único que murió en Itzea y fue enterrado en el cementerio de Vera en la tumba familiar.
La madre de Pío Caro Baroja, Carmen Baroja, también escribía. A veces leía cuentos a sus hijos que ella inventaba de la casa de Itzea o incluso algunos poemas. Llegaron años difíciles y su madre tuvo que cuidar y cultivar la huerta con esas manos que antes tocaban las Sonatas de Mozart, pero sacó a la familia adelante. A Julio, su hijo mayor, alentó a seguir en sus estudios e investigaciones a pesar de la penuria. Carmen Baroja tuvo una vida frustrada, podría haber dado mucho más de lo que llevaba dentro, según confiesa Pío Caro Baroja.

“En el cuarto de mi madre hoy duerme mi hija, bibliotecaria, que es en parte una mujer como a mi madre le hubiera gustado ser y vivir dentro del mundo del trabajo de la mujer moderna: conocer idiomas, relacionarse con intelectuales y artistas y viajar por el mundo. La pobre lo consiguió tan sólo en parte. [...]” (Pág.200)

“ En este comedor donde se ha hablado de mil cosas, se ha fantaseado y llorado, se han celebrado santos y se ha pasado hambruna” ( Pág. 64) .

" Memorias familiares, canciones vascas del viejo repertorio tal como se cantaba en casa. Incluso grabamos las canciones de las novelas de mi tío Pío, cantadas familiarmente por Julio, que tenía oído y mucho sentimiento. “ (Pág. 65)

Este paseo por la historia familiar de los Baroja se me antoja todo un lujo, lleno de evocaciones, de datos que desconocía y que ahora me entusiasma conocer. En el libro no dejan de abordarse las ideas políticas de los miembros de la familia, de su posición ante lo que acontece. Era una familia, como confiesa Pío Caro Baroja, unida a la tierra, al paisaje, al pueblo más rural que urbano, en unión emotiva con el pueblo y aversión hacia las instituciones reinantes.

“Hemos sido antimilitaristas, anticlericales, antimonárquicos, antifranquistas, antisociales. [...] y sólo hemos defendido la libertad y la ciencia, llámese cultura...” (Pág.227)

“Hemos perdido la ilusión y la esperanza. Vuestra ilusión y vuestra esperanza. La que nos hizo escribir y pintar [...] de aquel mundo que Ricardo y Pío pintaron o escribieron, apenas queda nada.” (Pág.228)

Al final del libro la muerte de Julio Caro Baroja, a quien van dedicadas estas memorias, y la pesadumbre de su hermano Pío Caro que lo recuerda como la tercera muerte de Jaun de Alzate. Primero fue el personaje, luego el autor y ahora su hermano.
Itinerario sentimental,un libro magnífico para los amantes de Baroja y su familia. Interesantísimo, lo afirmo y recomiendo.


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domingo, septiembre 10, 2006

Paseo 53: Al calor tibio del frío andén de Juan Copete; Mérida: De la luna libros, 2002




Al calor tibio del frío andén, del autor extremeño Juan Copete es una obra dramática que puede calificarse como poema de la desolación, del sueño del ser humano que intenta escapar de sí mismo en un tren que no existe. “Espejo de vértigos” lo llama Miguel Murillo Gómez en el prólogo- epílogo.
Cuatro personajes sin nombre: La muchacha, El moro, La mujer, El hombre, llenan sus maletas con sus miserias y la ilusión de un nuevo día en una ciudad donde creen que encontrarán lo que buscan y ansían. Esperan ese tren bajo la expectante luna “cara de bollo” que a veces parece que sonríe y otras trastorna a los personajes. La soledad está dentro de cada uno de los cuatro. Y también dentro de un quinto personaje, silencioso y clarividente: un yonki que conoce la respuesta: no hay esperanza, sólo “tener un día más de caballo".

“Se descojona de risa y llanto al ver a los muñecos esperando un tren que no existe. Sólo él sabe que nunca existió[...] “

La luna es otra de las protagonistas incondicionales que todo lo ocupa”. Es muy importante porque influye en la percepción de los personajes, en su sentir, y parece condicionar su actuación. El personaje El hombre en su violencia. La luna cobra un sentido negativo en sus palabras. Así dirá de la muchacha: “Es mujer, puta y luna”, “No he sido yo que ha sido la luna”, le dirá igualmente a su mujer.

También La mujer parece afirmar la peculiar relación entre su marido y la luna:

“ Dices que todo cambiará. Lo dices tú, que mis presentimientos me susurran otra cosa. Si algo de confianza tengo, es por tu determinación de no mirar a la luna, culpable de tus iras. Es entonces cuando pienso que todo será distinto, porque el destino de este tren que aguardamos tiene una parada de sol. Cuando lleguemos y sus rayos revistan de nuevo nuestra mirada, entonces le gritaré a ella: ¡Fuera, puta de luna!...¡Fuera! “.

La luna a las 23:15 también tiene su propia voz. Nos hace saber su propia condición. Sufre con esta consideración que tienen de ella los personajes, pero admite su esencia. Es la gran observadora, la encargada de hacernos conocer aspectos fuera de la acción dramática, como el llanto del padre de la muchacha, un poeta profesor que compone un poema, destrozado tras marcha de su hija. De igual forma nos pone en antecedentes sobre el personaje de la muchacha, “atiborrada de droga y sueños”. Para El moro la luna “sangra”. Ve la luna demasiado blanca, hecha jirones. No es una luna de todos, debería alternarse “como luna de duna, recién tostada del desierto”. Es en este enfrentamiento con la luna donde vemos su discriminación, su rechazo social. “Se promete seguir cagándose en la luna, la culpable de que los trenes se vuelvan locos y pierdan la ruta y olviden sus paradas”.
Los personajes entablan relación. Se hacen amigos y comparten sus miserias y sueños, su destino, el calor tibio, en ese andén frío. Los personajes de La mujer y El moro intentan ensayar otros papeles, transformar su destino. Todo es en vano, están abocados al fracaso. Se llegan a enamorar. Ella es una mujer maltratada por su marido, él maltratado por una sociedad que rechaza el color de la piel, la religión, las costumbres. La mujer llega a descubrir que la luna no es luna, que es “el desecho de las culpas”. La muchacha, a su vez, ingenua, se dejará embaucar por las mentiras de “El hombre”. Quiere ser artista y tiene sueños, pero es violada, humillada y despreciada. Todos piensan en la muerte de El hombre, ese ser despreciable que rebaja a todos. Él puede con el miedo de La mujer, con el desprecio de El moro y con los sueños de La muchacha. En estos personajes están representados demasiadas almas. Aquí está la vida, en este frío andén, en ese tren que está por llegar, en las esperanzas y desesperanzas que llenan esas maletas, pero para nuestros personajes ya no hay esperanzas. La muchacha así lo siente. Matará al hombre. Posteriormente ve venir un tren y se lanza a él. “La luna de luto se retira a descansar.”
Siete horas esperando y soñando lo que lo que nunca va a ser, pero era tan bello, podría haber sucedido.
El espacio temporal cobra una gran importancia en la obra. Las escenas están presididas por la precisión temporal y por una gran voz en off que nos descubre casi todo. Son los pensamientos de los personajes, su mente que bulle al compás de la espera. Es de noche. Hay un recorrido minucioso y detallado del fluir del tiempo (De 22:30 a 6:00 h.) y ese paso nos acerca cada vez más al vacío, a la desesperanza, a esa maleta llena de ilusiones y a ese tren que no viene y que supone un cambio de vida que tal vez algún día sucederá. La mujer así lo ve.

" Quizás otra noche el tren llegue, que nunca se sabe y por eso ella nunca deshará la maleta. [...]"


La obra "se parió, sudó, renegó e ilusionó en tierras croatas y eslovenas, sin más condición por mi parte- dice Copete- que disfrutar de un texto para goce de folios en blanco y, mirando a Dios y al diablo, si algún día se representara, pues mejor que mejor".

Virginia Campón, Simón Ferrero de la Cruz , Eva Gómez Gallego, Pablo Bigeriego, Juan Duarte, Mª Sol Díaz Chaparro y Elena Marquéz Rubio son los actores y actrices de la Escuela de Teatro de Extremadura que han puesto en pie esta lectura dramatizada con la dirección de Carmen Galarza, profesora de interpretación de la Escuela, sirve para inaugurar el miniciclo de autores extremeños. El X Ciclo SGAE de Lecturas Dramatizadas


"Y la respuesta, lo que eleva a condición de arte aquello que ensucia nuestras camisas, escuece en nuestras gargantas y salpica las aceras, no es otra cosa que la Poesía, opino" ( Miguel Murillo Gómez)


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